El blog de Aurelio Asiain

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Categoría: traducción

No habrá paz

Aunque la suave claridad del tiempo
otra vez en las playas de tu aprecio sonría
y vuelvan sus colores, te cambió la tormenta:
ya nunca olvidarás la oscuridad
que enturbió tu esperanza, el vendaval
que anunció tu caída.

Debes vivir con lo que sabes.
Hay otros más allá, fuera de ti,
en ausencias sin luna que tú ignoras
pero saben de ti sin duda alguna:
quién sabe de qué son y de qué género,
pero tú no les gustas.

¿Qué les has hecho? ¿Nada?
Nada no es una respuesta:
llegarás a creer, cómo no hacerlo,
que lo has hecho, que algo les has hecho;
llegarás a desear hacerles gracia
y a querer su amistad.

Nunca habrá paz.
Pelea pues con todo tu coraje,
todas las sucias tretas que conozcas,
y tenlo bien en mente:
tanto les da la causa que tuvieran,
pues odian sólo por odiar.


W. H. Auden,
versión de A. A.

Himno de las ranas

Rig Veda, Mandala 7, Himno 103 

1. Nueve meses yacieron sin moverse, brahmines fieles a sus votos,
las ranas que ahora alzan sus voces, en la inspiración de la lluvia.

2. Cayó el caudal del cielo sobre las que yacían, pieles resecas en
el lecho del estanque,
e iniciaron las ranas su croar al unísono, como vacas con
sus becerros.

3. La estación de las lluvias ha llegado, llueve en las que esperaban,
sedientas y anhelantes,
cuál croa y cuál se acerca a la llamada, cuál se pega a la otra
como el crío a la madre.

4. Una recibe a otra en regocijo, en el curso del agua se deleitan,
y la rana empapada salta, y la moteada une su voz a la verdosa.

5. Cada una repite otra voz, tal siguiendo al maestro en la lección,
y cada cual es una con su voz, y son todas las voces una misma,
como en el canto que repite la lección de la lluvia.

6. Muge una como vaca, como becerro bala otra; esta es moteada,
verdosa aquella,
llevan un mismo nombre y sin embargo varía su figura, y modulan
su voz diversamente cuando croan.

7. Como en la ceremonia nocturna los brahmines cantan alrededor
del ánfora de soma rebosante, igual que en torno a un lago,
así ustedes en torno del estanque se juntan para honrar este día
entre todos los días, ranas, el primero de la estación de lluvias.

8. En el rito del soma los brahmines hablaron, dijeron sus plegarias,
y los grandes maestros, calientes y sudando, aparecieron y se
mostraron, y ninguno quedó oculto.

9. Los hombres han seguido el orden divino de los doce meses,
y obedecen a la estación.
Y cuando al fin del ciclo vuelve la estación de las lluvias,
todo aquello que ardía se alivia y se relaja.

10. Ya los dones de aquella que muge como vaca, los de aquella
que bala cual cordero, y los de la la moteada y la verdosa
se nos han concedido.
Las ranas nos han dado centenares de vacas y en el rito del soma
prolongan nuestras vidas.

Versión de AURELIO ASIAIN*

* Las tres versiones directas al inglés de este Himno —las de Ralph T.H. Griffith, Gautama V. Vajracharya y Wendy Doniger O’Flaherty— difieren tanto en cierto punto que ésta, que las combina y confunde, podría alejarse menos ahí que alguna de ellas del incierto original. A cambio se toma, es cierto, alguna libertad considerable. La más importante es la del género, que en sánscrito es neutro y en inglés oscilante, y aquí ha quedado en femenino hasta volver madre al padre. No hace falta explicar por qué.

*
Antes puesto aquí.

Fénices y gorriones

Los fénices compiten. Y también los gorriones.
Unos ante el santuario, otros tras la pagoda.
Los leales me son útiles, sean o no elegantes.

* * *

De la versión inglesa de John Balaban en
Ca Dao Viêt Nam. Vietnamese Folk Poetry,
Copper Canyon Press, Washington, 2003.

Fighting Sparrows. ©Olga Yakovenko

Perdóname



He matado
al elefante
que pastaba en
la sabana

y que
sin duda
me tenían reservado
desde hace días

Perdóname
era tan grande
y estaba
tan a tiro


Jordi Doce
en su blog, con otras dos variaciones
de poemas de William Carlos Williams
—aquí el famoso esto es solo para decirte.

Caligrafía árabe, escritura Diwani Jali. Texto de Groucho Marx: "One morning I shot an elephant in my pyjamas. How he got into them, I’ll never know".

En la biblioteca

Read a face like a book

para Octavio

Hay un libro que se llama
«Diccionario de los ángeles».
Hace cincuenta años que no lo abre nadie.
Lo sé porque, cuando lo hice,
las cubiertas crujieron y las páginas
se deshicieron. Me enseñaron

que los ángeles fueron abundantes
como especies de moscas.
Cuando se hacía de noche, el cielo
se llenaba de ángeles.
Había que agitar los brazos
a cada rato, para espantarlos.

Ahora brilla el sol
tras las altas ventanas.
La biblioteca está siempre en silencio.
Los dioses y los ángeles se apiñan
en oscuros volúmenes no abiertos
nunca por nadie. El gran secreto
yace en algún estante ante el que pasa
cada día Miss Jones, que hace su ronda.

Es muy alta, y mantiene
la cabeza inclinada, igual que si escuchara.
Son los libros: susurran.
Yo no, pero ella escucha.

CHARLES SIMIC ~ versión de AURELIO ASIAIN

publicado antes aquí.

Canción totémica del elefante

Canción totémica del elefante, por cuervo

Hace mucho tiempo
Dios creó a un elefante
Y era tierno y delicado
Nada estrafalario
Nada melancólico

En la maleza las Hienas cantaban: Eres hermoso…
Exhibían sus muecas y hocicos calcinados
Como muñones descompuestos
Envidiamos tu gracia
Al bailar entre los espinos
Oh llévanos contigo al Reino de la Paz
Oh mirada inmortal de inocencia y bondad
Líbranos de los hornos y la furia
De nuestros rostros renegridos
Estos infiernos nos consumen
Nuestros dientes son rejas
La muerte un constante enemigo
Grande como la tierra
Fuerte como la tierra.

Y las Hienas corrieron a esconderse en la cola del Elefante
Como en un paraguas de goma
Y él caminaba alegre por el mundo
Pero no era Dios no ni estaba en su poder
Corregir a los condenados
Cegados por la ira la locura
Encendieron sus bocas le abrieron las entrañas
Lo partieron en múltiples infiernos
Para gritar sus muchas partes
Devoradas, hinchadas
En una procesión de risas infernales.

En la Resurrección
El Elefante corrigió sus piezas
Ensambló patas como planchas
Y un cuerpo a prueba de colmillos
Huesos blindados, un cerebro irreconocible
Y ojos de anciano, sabios y traviesos.

Y ahora el Elefante, ingrávido y enorme,
Cruza la claridad anaranjada y la penumbra azul del más allá
Como un sexto sentido andante
Y en dirección opuesta y paralela
Al pie de un horizonte deshojado que tiembla como un horno
Van las hienas, insomnes,
Galopan entre azotes
Doblan sus banderas de parias
Contra vientres hinchados de risa putrefacta
De ronchas negras y derrames
Y cantan: «Nuestra es la tierra
Encantada, y bella
Es la infecta boca del leopardo
Y las tumbas de la fiebre
Pues eso es cuanto tenemos…»
Y vomitan su risa.

Y el Elefante canta en lo más hondo de la selva
Sobre un astro de paz indolora y eterna
Pero ningún astrónomo sabe dónde encontrarla.

TED HUGHES,

en versión de Jordi Doce,

en esta entrada de su blog.

Las balas y el badajo

El soldado

No era malo al nacer. Pero ahora anochece
y, humillando a las lámparas, aunque es ciego, se enciende.

Lleva un gorro de piel rojiza en la cabeza
y cuelgan en su bolsa dos balas de mosquete.

Ho Xuang Huong 
Ho_Xuan_Huong.png

Ho Xuan Huong

Publiqué esta traducción en el número 11 de (paréntesis) en junio de 2001. Desde luego no es directa: vierte la espléndida versión de John Balaban en Spring Essence, que incluye la poesía casi completa de Ho Xuang Huong.

Se sabe poco de la legendaria poeta, cuyo nombre significa “esencia de primavera”. Debió de nacer en Vietnam entre 1775 y 1780. Fue concubina de Tran Puc Hien, gobernador de la provincia de Yen Quang (hasta que, acusado de aceptar un soborno, fue ejecutado por orden del Emperador), quizá del prefecto de Vinh Tsuang y sin duda de cierto funcionario menor, del que se burla en algún pasaje. Poco después de su muerte, hacia 1820, su tumba se volvió lugar de peregrinación y tópico poético. Quizá no sea autora de todos los poemas que se le atribuyen: hubo quienes se acogieron a la sombra protectora de su nombre para publicar algunos que, como los suyos, transgredían abiertamente la ética confuciana haciendo escarnio del matrimonio y de los hombres como de funcionarios y sacerdotes. No es extraño que la poesía de Ho Xuang Xuong recurra con frecuencia al doble sentido y la alusión. Sorprende que haya sido escrita en Hanoi a principios del siglo XIX y no en Berkeley o Nueva York a fines del siglo pasado. El poema de esta página, por ejemplo, hace pensar en el muy conocido de Sharon Olds:

;

El pene del Papa


Cuelga debajo de sus ropas, suave
badajo, corazón de la campana.
Se mueve si él se mueve, pez en un fantasmal
halo de algas de plata, la pelambre
meciéndose en lo oscuro y el calor —y en la noche,
ya vencidos los párpados, se yergue
para alabar a Dios.

Sharon Olds

Poema en blanco

La cabeza apoyada en ambas manos,
miro la hoja de papel en blanco.

Miro la tinta en el pincel, ya seca.
El alma duerme. ¿Cuándo se despierta?

Salgo a dar un paseo: está soleado,
toco las flores altas con la mano.

Tiene el bosque a esta hora suaves verdes
y el monte, rojo al sol, vetas de nieve.

Me demoro en las lentas nubes altas,
oigo los cuervos que de pronto graznan

y regreso a la hoja de papel
aún blanca debajo del pincel.


CHANG-CHI (750-830)

Versión de Aurelio Asiain
a partir de la versión inglesa de Edward Powys Mathers
y antes puesta aquí.
Don't take your shadow for granted

Don't take your shadow for granted / ©aurelio.asiain

¡Ah!

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Versos encontrados en Wallace Stevens

LA GRAN EXPERIENCIA

Ver cómo se disipan en el aire los dioses
disueltos como nubes: nos ha tocado en suerte.
No perdidos un tiempo detrás del horizonte,
ni vencidos por dioses más sabios y potentes:
sino en nada, sin más, resueltos simplemente.

                                Wallace Stevens

Los cuatro alejandrinos españoles traducen muy literal y linealmente un pasaje del ensayo “The Imagination as Value”, de The Necessary Angel:

To see the gods dispelled in mid-air and dissolve like clouds is one of the great human experiences. It is not as if they had gone over the horizon to disappear for a time; nor as if they had been overcome by other gods of greater power and profounder knowledge. It is simply that they came to nothing.