Mark Strand (1934-2014) en versión de Octavio Paz
por aurelio asiain
EN CELEBRACIÓN
Estás sentado en una silla, nada te toca, sientes
cómo se vuelve el viejo un ser más viejo, imaginas
sólo la paciencia del agua, el fastidio de la piedra.
Piensas que el silencio es la página de más,
piensas que nada es bueno, ni malo, ni siquiera
la sombra que invade la casa mientras tú miras, sentado,
cómo la invade. Otras veces la has visto. Tus amigos
pasan tras la ventana, en sus rostros la marca de la pena.
Quisieras saludarlos pero no puedes ni alzar la mano.
Estás sentado en una silla. Te vuelves hacia la yerbamora
que extiende sobre la casa su red ponzoñosa.
Pruebas la miel de la ausencia. Es lo mismo.
Dondequiera que estés, es lo mismo que se pudra
la voz antes que el cuerpo o que se pudra el cuerpo
antes que la voz. Sabes que el deseo lleva a la pena,
la pena a la consumación, la consumación
al vacío. Sabes que estos es diferente, esto
es la celebración, la única celebración,
sabes que si te das entero a la nada
habrás sanado. Sabes que hay alegría en sentir
cómo tus pulmones preparan su futuro de ceniza,
y así esperas, miras y esperas: el polvo se establece.
Rondan la sombra las horas milagrosas de la infancia.
De la verticalidad del vacío, celebrada entre la sombra y la ausencia.
El poema anterior, dice que la personas que ésta sentada en la silla es un hombre anciano sobreviviente de los recuerdos y anhelos del pasado. Que quizá, es el cuerpo de un alma o un fantasma, que muere o quiere estar muerto, pero se confunde con la irrealidad. Recuerda los rostros de sus conocidos y el lugar, dónde se asoma para ver a las personas que se acercan a su hogar.
También, que su voz se le desaparece y no puede hablar. Y que la celebración de su muerte es la única con la que se despedirá o la única con la que partirá. La silla, es la espera del momento del lugar adecuado para descansar o esperar el vació a la soledad. Gracias a Paz, por su traducción.