Una distracción de Charles Simic

por aurelio asiain

Charles Simic dedica la más reciente entrada de su blog en The New York Review of Books, un ensayito delicioso como todos los suyos, a su secreto para escribir, que no es otro que hacerlo en la cama. Muchos escritores lo hacen, admite, pero añade: “no he sabido de otros poetas que compongan en la cama… aunque ¿habría algo más natural que garabatear un poema con un bolígrafo en la espalda de la amada?” La frase llama la atención porque olvida un ejemplo ilustrísimo, que parece invocar la mención de la espalda: el de Goethe, que en una de las Elegías romanas dice célebremente:

Me exalta el suelo clásico, ya la dicha me inspira
y me hablan las voces del hoy y del pasado.
Los antiguos me guían; con mano fervorosa
los releo y con nuevo placer todos los días.
Pero Amor por las noches me ocupa de otro modo;
demediado el estudio, doblemente me esfuerzo.
¿Y nada sé de ver la forma de sus pechos
y trazar con la mano sus caderas? Comprendo
así lo que es el mármol; comparo y reflexiono,
porque mis ojos sienten y porque ven mis manos.
Si las horas de luz mi amada me escatima,
no hay de la noche una en que no sea mía.
A los besos suceden las palabras y al cabo,
cuando el sueño la vence, me quedo meditando.
Entre sus brazos muchos poemas he compuesto,
escanciando en su espalda con cautelosos dedos
hexámetros al ritmo de su respiración.
Aspirando su aliento me ardía el corazón.
El amor encendía su lámpara evocando
el tiempo en que fue así la luz del triunvirato*.

* Propercio, Tíbulo, Catulo