El blog de Aurelio Asiain

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El misterio de Picasso

 

La notabilísima película Le Mystère Picasso (1956) de Henri-Georges Clouzot ganó el Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes el año de su producción y en 1984 fue declarada tesoro nacional por el gobierno de Francia. Muestra al pintor en obra y a la obra en proceso —pero esas obras no existen sino en la película: se destruyeron después fuera de ella. Más datos, en la página de Open culture de donde la traigo aquí.

El primer eslabón es la lujuria

LUJURIA

Son siete lenguas, son catorce manos
que se deslizan por tus cavidades,
son los insectos bajo las ciudades,
son las agujas de los cirujanos.

Una mujer con pechos soberanos,
un calabozo en territorio de Hades
en que flagelan pieles las deidades
y se someten mudos los profanos.

Ella se desvanece en la cadencia
irregular de las acometidas,
en la lujuria hirviente con que piensa

en esas lenguas, en la penitencia
de los esfínteres, en las heridas—
las simetrías de la noche extensa.

*

Este soneto de Pedro Poitevin (@poitevin en Twitter) es el eslabón inicial de una cadena de quince sobre los siete pecados capitales en la que al último lo forman los versos iniciales de los catorce anteriores. Aquí está el resto.

Lujuria

Pieter Brueghel el Viejo. Los siete pecados capitales: La lujuria.

Carta a la mujer que hace la limpieza

Rosalina. Mujer.

Me insulta usted constantemente con su singular falta de visión. No lo olvide: hay belleza y una verdad esencial en todas las cosas. Desde la agonía de una gacela flechada hasta la sonrisa de un desposeído en la autopista. Pero la invisibilidad de algo no implica su falta de ser. Aunque los bebés simplones crean ingenuamente que la persona que tienen enfrente se desvanece cuando se tapan los ojos en el odioso juego de te veo y no te veo, es una falacia. Y lo mismo ocurre con el montón inadvertido de polvo que se acumula detrás de los estantes de DVD en la sala de juegos: también existe. Y es inaceptable.

Se lo digo, Rosalina, no como burla o amenaza sino como evocación de la dicha. La dicha de la nada, la dicha de lo real. Quiero que sea real en todo lo que hace. Si no puede ser real, es necesario que mantenga una apariencia de realidad. Una apariencia real de la falsa realidad, o «real». He conquistado volcanes y visitado las amargas profundidades de los océanos de la tierra. Nada que haya presenciado, de la lava a los crustáceos, me dejó tan petrificado como la mugre apelmazada en la jabonerita de plástico del baño pequeño. La palabra náusea no es suficiente. Usted, en este sentido, no está siendo real.

Volvamos ahora a los horrores de la naturaleza. Me temo que es inevitable. La naturaleza no es algo que haya que mimar y aceptar y abrazar contra el pecho como una serpiente herida. Dígame, ¿qué había antes de que usted naciera? ¿Qué recuerda? Eso es la naturaleza. La naturaleza es un vacío. Algo vacío. La vacuidad. Y ya que hablamos del vacío, no estoy seguro de que esté usted usando correctamente la boquilla retráctil o ajustando la configuración de “barrido completo” al ocuparse de las alfombras verdes de la guarida. He encontrado algo de caspa allí.

No he escuchado sino dos canciones en toda mi vida. Una fue un aria de Wagner que toqué compulsivamente de mis 19 a mis 27 años, por lo menos 60 veces al día, hasta que la gente del pueblo me sacó de mi casa con horcas rudimentarias y antorchas encendidas. La otra era Dido. Ambas me horrorizan hasta el punto de la parálisis. Cada sacudida era como un pedazo de ladrillo contra mi alma. La música es inútil y dañina. Así que, por favor, si necesita entretenerse mientras organiza el reciclaje de la basura, absténgase de esa «radio pop» con la que me afrentó hace poco. Le recomendaría que recitara algunos versos afilados. De Goethe, tal vez. O Schiller. O cuando menos Shel Silverstein.

En cuanto a las cucharas, la situación se mantiene sin cambios. La mataré si veo una.

Es todo. No deje de creer que no es usted la mejor mujer que he conocido. Lo es. E incluyo en la lista a mi madre y a la esposa de Brad Dourif (la segunda, no la de esa cosa en el labio). Gracias por su atención y lo siento si partes de esta nota están manchadas. He estado llorando.

Su dinero está bajo la guillotina.

Herzog.

Not what you expected.

"Not what you expected".
©deepinswim, en Flickr

Me sorprende que Alberto Chimal se refiera, en el tuit que me llevó a la versión inglesa de la que traduzco esta página, a “la carta erudita, arrogante, tremenda de Werner Herzog a la persona que le hace la limpieza”. Es obviamente una broma. La primera referencia fue esta:

Tan broma es que se trata de una carta apócrifa, como supimos por @MaelAglaia, que nos llevó hasta aquí: